kroana

Sentada en mi cama apenas con la bata puesta, mis pies descalzos colgando del borde sienten el frío piso, afuera todavía no llega el amanecer pero a través de la ventana semiabierta y de la ondeante cortina se puede ver el tono grisáceo que anuncia que la salida del sol está por llegar.

Mis pensamientos son una maraña de ideas que no me molesto en tratar de entender, ideas revueltas que en mi cerebro pugnan por resaltar, cada una sintiéndose la más importante pero es inútil porque ya nada importa, ya todo perdió sentido.

Un suave roncar me devuelve de golpe a mi realidad, con el rabillo del ojo apenas lo puedo ver y de inmediato me repugna. Comienzo a pensar cuándo me dejo de gustar y no lo sé. También trato de pensar porqué ya no me gusta y sonrío con ironía, tampoco lo sé. “Vamos” me recrimino a mi misma, “¡Piensa, sé razonable!” pero al menos soy conciente de que con las cosas del amor nunca se puede pensar con racionalidad, así que con la misma velocidad que el pensamiento vino lo dejo ir.

Es gracioso para mí porque nuestras amistades nos ven como el matrimonio perfecto “que lindo es Jhon” me dicen todo el tiempo, “Es guapo y atento, ¿Qué más puedes pedir?” “Eres la envidia de cualquier mujer” y lo que más me molesta ¡es que tienen razón! Nunca he tenido una queja de él, nunca hubo un abuso, una infidelidad, una falta de respeto, es tan perfecto que casi asfixia, sofoca.

El frío aire de la mañana me hace tiritar y me alivia.... me hace pensar en aquella mañana que pasé al lado de mi verdadero amor, al lado de esa persona que ahora hace que me palpite el corazón acelerando mis latidos y que pone una sonrisa tonta en mis labios.



Pero Jhon se da la vuelta en la cama y me regresa una vez más a mi realidad.

-Buenos días -me dice. Yo le respondo sólo con una sonrisa que no me llega a los ojos, con rapidez pongo mis pies en el parqué helado y salgo de la habitación a toda prisa.

Poco contacto ya es mucho. Antes de quedar fuera de su vista me recuerda del cóctel de ésta noche y ahora la sonrisa que me permito es verdadera, porque sé que allí le veré.

Llego al cóctel con Jhon del brazo, es inevitable, haciendo el tan acostumbrado papel de esposa perfecta y feliz. Llevo tanto tiempo en ello que ya soy toda una experta, pero esta noche estoy mas ansiosa que de costumbre y me cuesta mantener la máscara puesta, tanto que hasta el despistado de Jhon llega a notar. Lo tranquilizo con una sonrisa, siempre ha sido fácil engañarle, siento repulsión por él una vez más.

Mi mirada recorre el salón buscándole pero no le veo. Estoy cada vez mas ansiosa, tanto que le escribo un mensaje de texto: “¿dónde estás?” pasan los minutos y no responde. Le pido a Jhon que vaya por un trago mientras yo camino hasta el servicio, acomodo mi maquillaje con eficiencia, debo estar perfecta para cuando me vea porque aunque no ha contestado mi mensaje sé que está por venir.

Finalmente cuando salgo del servicio la veo. Está tan hermosa que me deja sin aliento. Mi corazón late tan fuerte que siento que todo el salón lo puede escuchar. Se acerca a mí  lentamente y sonríe con discreción, es una sonrisa de complicidad que conozco a la perfección porque es idéntica a la que mis labios esbozan ahora,

-Hola -me saluda.
-¿Por qué me has hecho esperar? -le digo en respuesta.
-Las mejores cosas… -bromea y no puedo evitar sonreír con más entusiasmo.
-En serio, ¿Por qué has tardado? –y noto claramente cuando su rostro cambia, ha sido un cambio muy sutil, imperceptible para alguien que no la conozca tanto como yo.
-Tenía que terminar unos pendientes en la oficina, -dice para contestar a mi pregunta formulada. -El Sr. Jhon es muy estricto como bien sabrá.

En ese momento siento una mano cálida, conocida y del todo inoportuna en mi espalda. En efecto es Jhon que me ha traído el trago. Quiero gritarle que se vaya, quiero que el resto del salón desaparezca para tan solo quedarme con ella, y aunque lo deseo con toda el alma sé que no va a pasar. Así que me armo de coraje y recibo el vaso de las manos de “mi marido”

-Gracias. -le digo sin emitir ningún sonido mientras él la saluda a ella con cortesía.

Sonrío abiertamente del chiste de Nataly y a pesar de que odio que me trate de usted me lo tomo como un juego. “¿Cómo estoy?” Estoy feliz, plena, con ganas de tomarte de la mano y que nos vayamos a algún lugar privado, mi sonrisa se mantiene en mi rostro por los lugares a los que me llevan mis pensamientos, recuerdo una vez que abrazadas entre las sabanas me dijo “Háblame con tu mirada, déjame sentirte con tus palabras” y decido hacerle caso, me siento en ese momento con la confianza de responderle con sinceridad

-Ahora mejor que el amor de mi vida ha llegado.

Una frase cuyo verdadero significado puede sólo ella entender. Una frase que Jhon y cualquiera que me escuche no sabrá realmente interpretar.

-¿No crees que has contratado a la mejor asistente del mundo? –me volteo para decirle a Jhon mientras no pierdo de vista al amor de mi vida.

Nos leemos