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Cuando llega la noche, cálida y abrumadora, envolviendo todo a su paso con espesa niebla gris, mi cuerpo solo quisiera estar cerca del tuyo. Él no entiende de razones, motivos o circunstancias, simplemente anhela estar a tu lado.
Pero tú ya no estas y el lugar al que te has ido mi cuerpo no puede ir, es entonces cuando entiendo que mi cuerpo sienta celos de mi alma, porque mi alma siempre te sigue, estés donde estés, mi alma está contigo.
Y mi mente, me dice constantemente que deje de pensar en ti, que tú ya te has ido.
Y yo, yo solo sé que te extraño y que te espero, aunque sé que no volverás jamás.
Ah, pero dulce dolor, como querer escapar de ti, si eso es lo único que me recuerda que fuiste real: este dolor que desgarra mis entrañas…
Pero, ¿Cómo realmente saberlo? ¿Cómo he de distinguir la realidad de la fantasía? ¿Qué me hará reconocerlo?
Es entonces cuando busco refugio dentro de mí. Y me encierro en mi cuerpo, tan solo para volver a empezar.
Iré en busca de mi Chamán, él puede ayudarme en esta disyuntiva de mi vida. Seguramente me hará pasar por mil pruebas diferentes para convencerse de que mi amor por ti es puro y verdadero. Confío tanto en mi amor, que no importan las crudas o dolorosas pruebas que me haga pasar el Chamán, si he de caminar por brasas ardientes, o hacer viajes ancestrales, que así sea.
¡Todo por llegar de nuevo a ti!
¿Por qué te fuiste? ¿Por qué me dejaste? ¿Acaso soy tan sólo un títere, un juguete de los dioses y del destino cruel? ¿Es que acaso desde el Olimpo disfrutan todos ellos bebiendo aguamiel y viendo mi sufrir? ¿Por qué te han arrancado de mi vida tan pronto?
Ah, pero dulce dolor, como querer escapar de ti, si eso es lo único que me recuerda que fuiste real: Este dolor que desgarra mis entrañas…
Sólo espero con ansias el día en que nos volvamos encontrar, en aquel lugar…
Mientras tanto, me hallo sumida en el silencio, un silencio ensordecedor que me recuerda el sonido de tus pasos al caminar, de tu risa ausente. Y la constante presencia de tu fantasma que me acompañará para el resto de mis días.
Ya no me importa el lugar en que estés, no importa dónde te encuentres, simplemente estás y eso es más reconfortante que cualquier otra cosa en el planeta.
Y el dolor a veces no me deja respirar, me oprime el pecho con fuerza, me recuerda que una vez fuiste mío, me recuerda que ya no estás. No puedo dejar ir el aire de mis pulmones, no puedo dejar entrar a nadie más en mi vida. Te llevaste mí corazón.
Dicen que en la soledad se crece, se evoluciona y es, por el simple hecho de que realmente no estás sólo, estás contigo mismo y esa es la más importante de las compañías.
No es lo mismo estar solo a sentirse solo.
Sé que no estoy sola, porque aunque no pueda verte o tocarte, estás conmigo en mis recuerdos. Pero cómo combatir el sentimiento de soledad, ese estado mental que no me deja seguir y que me hace reclamarle al mundo entero tu ausencia…
Es increíble la paz que se haya en el silencio, el silencio que todo lo llena y lo inunda de vacío, el vacío que me envuelve igual que la noche ausente…
Y estando aquí, en mi estado semi-inconciente, con una botella que se ha vuelto mi mejor amiga, me permito divagar entre recuerdos, confundiendo agradablemente la realidad con la fantasía, y me permito creer que aún sigues aquí.
Nos leemos