¡Hola a todos! De regreso por acá, comenzando el año con las actividades de adictos a la escritura.
El tema de este mes es "Escritura sorpresa", consiste en que, en base a una imagen dada y un género específico para esa imagen se hiciera el relato. De la imagen que escogí el género fue "terror".
No me considero muy buena escribiendo terror, quizás escribiendo suspenso, pero en fin, les dejo por acá lo que ha salido, espero les guste y haber cumplido con el reto :)
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Corría tan rápido como podía, tanto como mis cortas piernas me permitían. Me adentraba cada vez más y más en esa zona desconocida, volteaba a los lados con rapidez, no veía nada más que la espesa negrura cerniéndose sobre mí, implacable.
Seguía corriendo.
No puedo estar segura del tiempo que ha pasado, así como tampoco del cómo pude escapar, lo único que sabía era que debía correr, conseguir ayuda, rápido.
La raíz de un árbol - y a juzgar por el tamaño debía tener más de cien años - me hizo tropezar. Caí del todo, apoyé mis manos pero resbalaron en la tierra, mis rodillas debían estar rotas y una punzada de dolor en el tobillo me decía que no estaba bien. Pero todo eso era secundario, lo primordial era salir de allí.
Me levanté con el impulso de la adrenalina en mi sangre, no me molesté por quitarme las ramas que había en mi cuerpo, ni el polvo de mi piel, pero no por el impulso de seguir en la carrera, sino por la impresión que me causó el verlo allí, de pie frente a mí ¿pero cómo demonios?
-De verdad creías que ibas a escapar –dijo con su voz ronca y seductora. Un escalofrío recorrió mi piel-. Ya te lo dije Valentina, estás atada a mí, para siempre. –Sus hombros se movieron arriba y abajo como restándole importancia al asunto, como si su frase no implicara nada más.
-Aléjate de mí –balbuceé-. No puedes tenerme encerrada para siempre Damián.
-Jajaja –río-, mi querida Valentina, claro que puedo y sé que tú lo sabes. No tienes escapatoria, hagamos las cosas más sencillas por favor, mientras antes aceptes todo irá mejor.
-¿Mejor? –Gruñí. ¿A qué demonios se refería con ir mejor? ¿Cómo podía algo en la vida ir mejor luego de que…?
-No olvides que tú lo firmaste. –Sentenció a la vez que materializaba en sus manos un pergamino muy familiar. –Nadie te coaccionó a hacerlo, lo firmaste con tu sangre haciendo uso de tu libre albedrío, claro del que gozabas porque ahora ya no lo tienes.
-Déjame ir –supliqué y caí de rodillas derrotada. Mis fuerzas comenzaban a menguar.
Sabía que Damián no mentía, sabía muy bien también que le pertenecía en cuerpo y alma. Cuando hicimos el trato me pareció un precio bajo por la recompensa prometida, pero al final resultó que vale más la libertad sobre la vida misma, porque tener vida y que no te pertenezca es peor a no vivir.
Diez años atrás yo era una joven muy ingenua y ambiciosa, que vio el camino rápido al éxito y lo tomo sin siquiera pensarlo, la verdad era que no creía en fantasmas o demonios, así que aquello me pareció más una broma. Conocía a Damián de la universidad, se podría decir que confiaba en él, y en honor a la verdad nunca me mintió, el problema fue que no le creí.
-Es sencillo Valentina, en serio.
-¿Cómo va a ser sencillo? No existen pócimas mágicas Damián, este es el mundo real –le repetía.
-¿Si no me crees entonces porque no firmas?
-¿Qué podría cambiar si firmo?
-Toda tu vida cambiará, tendrás todo lo que siempre has deseado dinero, fama, éxito.
-Ya te dije que eso se consigue con esfuerzo y voluntad.
-De acuerdo, ¿pero si existiera un camino más rápido, no lo tomarías?
-¿A qué precio?
-Una menudez, tanto que aún no se ha validado científicamente su existencia: tu alma.
-¿Cómo ya se va a poder pagar todo eso con el alma? Venga ya Damián déjate de bromas. Tal vez si me dijeras cuerpo y alma, eso tendría al menos para mí, un poco más de sentido.
-Está bien, como tú lo quieras, será con cuerpo y alma entonces.
-Jajaja, Damián estás loco de atar –le dije pero comenzaba a dudar, ¿lo que me decía era cierto o no? ¿Qué podría perder si lo intentara? Mi cuerpo y alma siseó una voz interior, pero muy leve, muy lejos.
-Es una oferta de sólo un día Valentina –dijo sacando un pergamino grueso de su chaqueta.
El ambiente cambió de repente. Las hojas de los árboles a nuestro alrededor se volvieron naranjas y una luz intensa como enviada del cielo se cernió sobre nosotros. Lo tomé como un aviso y fue cuando tomé la decisión.
Al tomar el bolígrafo que Damián me tendió sentí un pinchazo en los dedos y al escribir sobre el pergamino, mi nombre quedó marcado con mi sangre. Todo fue como dijo, obtuve todo lo que quise, hasta que tuve que pagar el precio.
Sí, sabía muy bien por qué estaba allí, sabía también que le pertenecía en cuerpo y alma, pero eso no quería decir que debía rendirme sin luchar.
Con el aliento recuperado me levanté de un salto y corrí en dirección contraria, debía encontrar una salida, conseguir ayuda, huir… Aunque de los demonios internos es imposible escapar.
Nos leemos